Los ascensores son uno de los elementos imprescindibles en cualquier edificio, ya que son los que facilitan la accesibilidad a todas las plantas de la construcción. Por ello, están sometidos a un uso intensivo, y también por ello, pueden presentar algunos problemas, especialmente si tienen cierta antigüedad.
Por ley, los ascensores deben pasar una serie de inspecciones periódicas obligatorias, reguladas por el Real Decreto 88/2013 de 8 de febrero. En el caso de edificios de viviendas con más de cuatro plantas o más de 20 vecinos, estas se deben realizar cada cuatro años. En edificios de menores dimensiones son obligatorias cada seis años.
En caso de que se detecten fallos, deberán repararse en menos de seis meses si son graves, aunque el aparato puede seguir en funcionamiento. Si se trata de defectos muy graves que ponen en riesgo la seguridad de los usuarios, los ascensores se precintan directamente.
Desde los más leves hasta los más graves, son muchos los problemas que puede sufrir un ascensor. Generalmente, eso sí, se trata de pequeñas averías o defectos de funcionamiento que se pueden evitar realizando un buen mantenimiento o que se reparan sin mayores inconvenientes.
– Fallos en las puertas: las puertas de los ascensores se abren y cierran infinidad de veces al día, además, a veces se golpean y se fuerzan. Por ello, están más expuestas a pequeñas averías, como que no cierren con suavidad o, directamente, no cierren, impidiendo el funcionamiento del aparato.
– Problemas en las guías: generalmente se deben a un mantenimiento deficiente, y lo que provocan es que los ascensores no se deslicen bien, acelerando su deterioro. Incluso pueden hacerr que la cabina quede atascada en algún punto.
– Desgaste de los engranajes: son los que hacen que los ascensores se muevan, por ello, están sometidos a un desgaste continuo. Si el deterioro es muy grave puede provocar incluso que los cables resbalen por la polea.
– Fallos en los rodamientos: cuando una de sus piezas no está en buen estado o se ha soltado, aparecen ruidos y vibraciones que, más que peligrosos, pueden resultar realmente molestos para los pasajeros. No es una avería grave, pero sí es habitual en ascensores y debe ser reparada pronto antes de que provoque daños serios.
– Problemas con el aceite: en este sentido, los ascensores hidráulicos pueden presentar dos problemas diferentes. Por una parte, es posible que se produzcan fugas o pérdidas. Por otro, es posible que el desgaste de algunas piezas genere residuos que van a parar al aceite, deteriorando sus condiciones.
Evitar o prevenir algunos de estos problemas es complicado, ya que se deben al uso continuo al que están sometidos. Pero sí se puede tener pequeños gestos para conseguir que la vida útil de los ascensores sea más prolongada.
Lo más importante es hacer un uso responsable de los ascensores. Se trata de evitar forzar las puertas o poner obstáculos que las impidan cerrar, de evitar hacer movimientos impetuosos en la cabina, de no sobrecargarlos más allá de lo marcado por el fabricante y de no arrojar objetos al foso.
Pero, además de ello, es esencial llevar un buen mantenimiento, revisando cada cierto tiempo el estado de sus elementos principales. En líneas generales, lo que se recomienda son revisiones cada cuatro meses en el caso de ascensores pequeños o de viviendas unifamiliares, cada mes y medio en ascensores en edificios con menos de seis paradas y cada mes si tienen más de esas paradas.
En estos casos, lo más recomendable es contratar un servicio de mantenimiento de ascensores que se encargue de todo. Es una inversión que, al final, acaba revirtiendo en la comunidad, ya que se ahorrará en averías graves que es posible evitar si se detectan pequeños fallos a tiempo.