Las derramas son una de las cuestiones que más discrepancias suelen provocar en juntas de propietarios. Afrontar pagos extraordinarios no siempre es sencillo, aunque sea necesario, y llegar a acuerdos puede costar intensos debates. En todo el proceso hay una figura fundamental: el administrador de finca.
La necesidad de una derrama puede venir determinada por diferentes circunstancias. El administrador de finca tiene en su notificación a los propietarios un papel fundamental. Hay que tener en cuenta que la Ley de Propiedad Horizontal exige que la comunidad de propietarios acometa las obras necesarias para un correcto mantenimiento y conservación del inmueble.
En caso de detectarse deficiencias, el cauce común es que sean los propios vecinos o el presidente de la comunidad quien informe al administrador de finca. Este, por su parte, deberá informar a los propietarios, convocando una junta extraordinaria o incluyendo ese punto en alguna ordinaria. El objetivo es notificar la necesidad de acometer obras de mejora y recomendar su aprobación.
Es habitual que algunos propietarios no vean la necesidad de realizar esas obras o que no estén dispuestos a afrontar derramas. El administrador de finca debe informar no solo de lo que establece la ley al respecto, sino ofrecer alternativas para que la forma de pago sea lo más cómoda posible y convencer así a los más reacios.
Una vez aprobadas las derramas, el siguiente paso que debe dar un administrador de finca es su notificación. En este sentido, hay que tener en cuenta que las cantidades se calculan en función de la cuota de participación de cada propietario en el inmueble. Raramente los estatutos fijan que las cantidades se repartan a partes iguales.
Por tanto, el administrador de finca debe calcular la cuantía que cada uno de los propietarios de las viviendas del inmueble debe afrontar y notificarlo. Además de la cantidad en particular, también debe informar sobre el montante total de las derramas.
Un aspecto importante es que todos los propietarios están obligados a pagar las derramas que se aprueben. Por eso, el administrador de finca lo comunicará a todos por igual, incluyendo a aquellos que no estén al día del pago de las cuotas de la comunidad. De no afrontar el gasto extra, esa cantidad se sumará a la deuda pendiente.
El paso final del administrador del administrador de finca es la gestión del cobro de las derramas aprobadas. Esta se hará en los plazos aprobados en junta de propietarios y en las cantidades establecidas. Lo habitual, en estos casos, es que esa cantidad extraordinaria se fraccione en una serie de recibos que se suelen pasar a cobro junto con los habituales de la comunidad.
Otro aspecto que suele afrontar el administrador de finca es el de ofrecer soluciones para acometer esa obra que obliga a aprobar derramas. Normalmente son obras de cierta envergadura y con un coste elevado, por ello, el profesional buscará diferentes alternativas y presupuestos.
Esas alternativas, por lo general, se llevan a una nueva junta de propietarios, que deberá votar aquella que considere más adecuada. En este sentido, el papel asesor del administrador de finca es importante. Las soluciones y los presupuestos pueden ser dispares, y conviene encontrar el equilibrio entre el coste y la resolución más satisfactoria a ese problema que genera las derramas.
El administrador de finca tiene conocimientos y experiencia en este sentido. Por ello, su opinión imparcial también se debe tener en cuenta a la hora de decidir qué tipo de trabajo de reforma o mejora se acomete.
Por lo tanto, el administrador de finca es fundamental en todo el proceso que conllevan las derramas. Un proceso que suele generar tensiones entre los propietarios, pero que en muchas ocasiones es imprescindible acometer, puesto que las cuentas de la comunidad no siempre tienen fondos suficientes para financiar las obras de conservación del inmueble.